Si alguien hubiera opinado que las historias del séptimo arte que rondan en el mundo de las drogas ya habían pasado su cuarto de hora se equivocó. A pesar de que la gran crisis de originalidad que viene sufriendo la vida detrás de la pantalla grande pareciera estar menoscabando su credibilidad en 2011, Limitless es un trabajo que nos hace saber que aún Hollywood puede crear y cautivar como en sus mejores tiempos y, aún mejor, combinando con la crudeza atrapante de clásicas cintas independientes del género, podríamos llamarlo… DRUGGY. Pero Sin Límites es un poco más que una historia basada en su protagonista envuelto en los efectos psicóticos que produce una pastilla, es una visión que el director nos muestra a través de Eddie Morra (Bradley Cooper, en uno de sus más destacables personajes) y como ve transformarse su mediocre cotidaneidad de escritor frustado neoyorkino hasta lograr estrecharse la mano con uno de los máximos exponentes del mundo accionario Carl Van Loon (encarnado por Robert De Niro).
Todo parece una carrera meteórica hasta una vida plagada de éxito sin límites desde que Edward consigue una droga clandestina que permite explotar la actividad cerebral a niveles incalculables. El personaje logra ver más allá que el resto de los mortales aunque paradójicamente el beneficiario se vuelve víctima de sus propia condición de mortal.
Neil Burger, el director, logra crear un escenario visualmente atrapante, sobre todo en las bien logradas tomas hipnóticas donde nos podemos transportar en Limitless, recibiendo una breve porción de sensación de lo que habrá tenido que ¿sufrir? en carne propia Eddie. El reparto acompaña tímida pero eficazmente a la historia, no centrándose mucho más que en su verdadera protagonista: la NZT.
Probablemente al poder acudir a cada recuerdo, instante y dato archivado en nuestra memoria, el poder de manipulación a nuestro favor crecería exporencialmente, pero ni siquiera Edward podrá adaptarse repentina y mágicamente a su nuevo estilo de vida.
Tal vez lo único que hace ruido en esta producción es, justamente, sus limitaciones. La historia podría haber ido mucho más allá ni genera el impacto que podría haber generado la misma con el toque crudo de una producción independiente pero con tanta grandeza como 'Trainspotting' o 'Requiem For A Dream' (ambos largometrajes acerca del mundo de las drogas), pero Limitless pasea sutilmente por esos rincones under y realiza guiños a muchas de esas grandes obras, tan solo que le agrega la prerrogativa hollywoodense para un público más masivo que pueda disfrutar un tipo de historia que pudo haberla visto en una película de clase B en un canal de cable pero en la pantalla grande, con una gran banda sonora y montaje nada despreciable.
Tiene su límite, la historia termina. Pero es, mientras dura, una experiencia para nada olvidable que nos hace fantasear sobre qué seríamos capaces de lograr si tuviéramos la posibilidad de usar nuestro cerebro en su máximo potencial.
Trailer de LIMITLESS
Trailer de LIMITLESS